En las últimas décadas se han acelerado fenómenos como la globalización, la precarización global, la privatización de la democracia, el agotamiento de los combustibles fósiles, el cambio climático, la crisis de la vigilancia… En medio de todo ello el enorme desarrollo tecnológico ha dado un salto cualitativo en el último siglo. Esto ya ha suscitado muchas preocupaciones en todo el mundo:
¿A dónde nos lleva la digitalización? ¿Qué cambios traerá a la democracia y a su materialización? ¿Cambiará el ámbito laboral y educativo? ¿Qué consecuencias tendrá la digitalización desde el punto de vista de la sostenibilidad? ¿Estamos ante un cambio brusco en la forma de relacionarnos con el ser humano? En definitiva, ¿estamos ante un salto en la época que va a cambiar la humanidad?
Quienes presentamos este manifiesto creemos que el reto digital es uno de los principales retos del siglo XXI. Pero no somos tecnófilas ni tecnófobos. Creemos que la tecnología puede utilizarse a favor de las élites financieras, pero también puede estar al servicio de la sociedad. La cuestión es muy compleja y afecta al menos a cuatro ámbitos: el democrático, el laboral, el educativo y el propio ser humano.
Democracia digital
La digitalización ha influido en la naturaleza del poder político, de la forma de trabajar, de la gobernanza y de las instituciones locales y privadas, modificando la propia estructura de la sociedad. La tecnología ha aportado servicios eficientes y cercanos tanto al mercado como a la gestión ciudadana, pero al mismo tiempo han reforzado el capitalismo global basado en la acumulación de datos, privatizandolas estructuras digitales. Las nuevas tecnologías, y la brecha digital, tienen un impacto sobre todo en los modelos sociales y de democracia y ciudadanía actuales, que se han convertido en condición para ser decisorios con derechos ciudadanos. Por lo tanto, es imprescindible que los recursos y servicios digitales sean comunes: más que al servicio de los mercados, ya que se trata de una tecnología al servicio de la sociedad.
Reflexión sobre el trabajo y la robotización
En los últimos años, el capital ha acelerado la digitalización dirigida con dinero público para aumentar los beneficios, reforzando el monopolio tecnológico, extendiendo el capitalismo de plataforma, aumentando la pérdida de puestos de trabajo y el deterioro de las condiciones de trabajo, extremando el control sobre los trabajadores, multiplicando los riesgos psicosociales… Además, la industria 4.0 ha dejado de lado los cuidados, focalizándose solamente en los espacios mercantilizados. También en este ámbito, creemos que estas herramientas y procesos deberían ponerse en beneficio de las vidas dignas y colectivas, extendiendo la robotización al ámbito de los cuidados, combinando la automatización con la reducción de las horas de trabajo y la distribución del trabajo, tanto remunerado como no remunerado.
Digitalización de la educación
Desde finales del siglo XX la educación está sumida en una transformación profunda, la educación en competencias. La llegada de la digitalización a las escuelas puede acelerar este proceso en la medida de que golpea los pilares del viejo modelo, pero genera más interrogantes que los que responde, ahora que la pandemia ha generalizado la esfera digital en la educación: para qué es importante la presencialidad, quién debe ser el sujeto (y el propietario) del entorno digital, cómo se garantizan el derecho a la educación y la equidad en situación de no presencialidad o qué consecuencias tendrán las TIC, con sus nuevas vías y lenguajes para relacionarse con el entorno, en el desarrollo cognitivo y en el proceso de maduración del alumnado. La digitalización plantea preguntas nuevas para los viejos retos también en la educación.
Humanidades digitales
La Humanidad Digital se basa en el cruce entre las tecnologías de computación y las disciplinas de las humanidades. A pesar de ser un término de moda, utilizado por corporaciones gigantes, nos parece que el concepto hecho y pensado desde Euskal Herria tiene grandes posibilidades. Esta cuestión nos interpela en profundidad: ¿qué supone pensar en el conocimiento, la creación y la cultura desde nuevos y cambiantes recursos y capacidades tecnológicas? ¿Qué implicaciones tiene en los procesos subjetivos? ¿Qué implicación en los ámbitos de memoria, historia, patrimonio, lengua, educación e investigación? Este amplio campo de preguntas incómodas nos lleva a pensar en la infraestructura tecnológica y energética, los límites y horizontes éticos de la investigación y el conocimiento, la creación y los creadores, el uso de la información para guardar e interpretar, y otros retos.
¿Qué hacer?
Teniendo en cuenta estos cuatro ámbitos, nuestro objetivo con este proyecto es plantear el reto de este asunto y abrir un debate. Queremos pensar en una tecnología al servicio de una sociedad basada en la soberanía y la democracia radical. Porque la tecnología no es neutral, sabemos en manos de quién está y en beneficio de quién se ha puesto, pero no nos negamos a poner este proceso a nuestro favor para luchar por una sociedad con una vida digna. Por tanto, llamamos a pensar y abrir una alternativa al capitalismo digital, es decir, a articular una red que analice, plantee y haga propuestas de acción sobre las principales claves del debate.
Este manifiesto es sólo un punto de partida.